Los cuatro puntos cardinales son tres: el Norte y el Sur.

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viernes, 5 de octubre de 2012

Angostura

Stuart Ruel


Mishima, en sus Confesiones de una máscara, escribió: “… Aquel día, en el instante en que mi vista se posó en el cuadro, todo mi ser se estremeció de pagano goce. Se me levantó la sangre y se me hincharon las ingles como impulsadas por la ira. Aquella parte monstruosa de mi ser que estaba a punto de estallar esperó que la utilizara, con un ardor sin precedentes, acusándome por mi ignorancia, jadeando indignada. Mis manos, de forma totalmente inconsciente, iniciaron unos movimientos que nadie les había enseñado. Sentí que algo secreto y radiante se elevaba, con paso rápido, para atacarme desde dentro de mí. De repente estalló y trajo consigo una cegadora embriaguez. […] Ésa fue mi primera eyaculación. Y también el principio, torpe y totalmente imprevisto, de mi “vicio”.

...

Y así, mientras él le descordaba los lazos a los nudos.

Desnudando a la máscara por las orejeras. Y a los ojos de sus pestañas.

..Aquel día, cuando el "uno" se engalanó de bermellón esplendor, de angostura acre y resinosa... el vicio se adormiló entre el muérdago del espanto y la hiedra lúgubre.

Desde el "Borrás", la estampa resultó ser primorosa. mi ignorancia, mi supino desconocimiento se han adornado de lealtad y fidelidad inquietante, sin tirabuzones... tan sólo de aquello que hasta hace cuarenta y dos marzos no supe desbaratar. Resulta revelador, nacemos para amar y nos consumimos en el intento, restaña agotador y locuaz, mi último descubrimiento agnóstico es que sin tocar se puede gozar hasta las trancas y desde ellas las trampas ni llevan máscara, ni se dejan rozar, ni quieren varar. El verdadero goce es el roce del silencio con el placer de su vientre.

Todo resulta inquietante y creciente cuando dejamos que se abra la fé de par a impar.

Y así, mientras ella le descordaba los nudos, los lazos crecían.










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